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Gaming PS4

Trágica o sencillamente irresistible

Humo. Humo. No basta angustiarse por el bombardeo de imágenes de los focos de incendio en la amazonia que buscan incrementar las superficies cultivables. También hay que ver la pleitesía que los medios y las masas le profesan a Hideo Kojima cada vez que aparece en un escenario para hablar de su último proyecto, el cual, como juego, no ha logrado seducirme en lo más mínimo. Más bien lo contrario.

Aparece en el escenario. Me crispo, me pongo a la defensiva. Este tipo se convirtió en un showman, en la autoreferencia, la egolatría, el ícono cultural que envuelto en un velo místico nos ofrece mierda y hordas de felices, agradecidos y devotos fanáticos la engullen, entre gritos jubilosos y espasmos pornográficos. Tal como pueden hacerlo un David Lynch, un Tarantino o un Nolan North. Sencillamente porque los tipos fueron bendecidos por la genialidad y supieron gestionar la producción de obras icónicas, distintas, vanguardistas.  Empujaron a la industria hacia adelante. O hacia los costados. O sencillamente hicieron estallar al carajo los malditos límites. Porque cambiaron nuestra forma de relacionarnos con un relato. Nos dejaron pensando. Implosionaron nuestras cabezas. Nos sacudieron y nos despertaron, al menos por un momento…Nos sacaron de la normalidad que termina imponiéndose sobre toda obra artística que se realiza, entre otros fines, para ser mercantilizada.

Hideo Kojima y su maldito Metal Gear Solid, uno de mis juegos favoritos, el de las tramas adultas, políticas, pasibles de ser interpretadas desde la crítica que la escuela de Frankfurt le hace al capitalismo. El relato tecnicista y de ciencia ficción. El que habla de la guerra para hablarte en contra de la guerra.  El tipo que elevó a arte al jueguito, con voice acting, guiones inteligentes, fotografía de cine, guiños y triquiñuelas ideadas para romper la 4ta pared… Pero también, el del culto a la personalidad, el que nos dejó sin P.T. después de su distanciamiento de Konami. Maldito, maldito y egoísta genio.

Se acerca la fecha de lanzamiento de Death Stranding, con su elenco de increíbles talentos, entre ellos dos tipos que son tan interesantes que elevan la vara con la cual deberá ser medido a posteriori el juego. Me refiero a Norman Reedus y a Mads Mikkelsen. Ni hablar de Troy Baker o de Guillermo del Toro. ¡Qué talentos, por dios! Siento que el dinero los ha unido y asistiremos a una estafa…

Death Stranding, decía, se acerca. Lo hace con un guión que por lo poco que hemos visto parece escrito por un tipo que se ha perdido en el consumo de ácido y drogas alucinógenas y en su obra no hace más que pelear solo contra sus fantasmas.

Estamos próximos al lanzamiento de Death Stranding… Y con el pretexto de la Gamescom en Colonia, Alemania, se presentan nuevas imágenes de su jugabilidad, que hasta el momento no había logrado convencer a muchos por lo ridículas que parecían algunas de sus premisas, muy enfocadas en una ambientación impecable pero con poca sustancia.

Hideo Kojima no le tiene miedo a los temas más importantes de nuestro tiempo. Tampoco tiene miedo de abordarlos desde la metáfora. Lejos está él de subestimar a su público. Entiende que a ellos les gusta sentir que tienen sangre corriendo por sus venas. Como si además de un gran cineasta fuese un excelente músico que no tiene problema de recurrir a la irreverencia del punk rock, a la búsqueda hermeneuta del metal progresivo o al delirante viaje místico que puede ofrecernos una banda como Apocalyptica, con sus cellos y sus integrantes que cada vez que tocan parecen decorado de alguna peli de terror japonesa.

Veo la presentación de Mama, a Reedus con su  bebé a cuestas, ese mundo oscuro, apocalíptico, en el que las corporaciones siguen su gesta opresiva… Veo el miedo de nuestra época a la paternidad, el hedonismo que nos domestica, el viaje de Ulises u Odiseo por un mundo horrible, con una cruz a cuestas. Pero porque se me da bien esto de ver el futuro, como una pitonisa, veo también que pese a mis resistencias, el 8 de Noviembre estaré pendiente de las críticas que reciba finalmente este ¿juego? y sean estas buenas o malas, seguramente, estaré haciendo cola para experimentar en primera persona la mierda envuelta en un velo místico que tiene Kojima esta vez para ofrecernos.

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