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Lo que nos dejo el 34° Festival de Cine de Mar del Plata

Las calles se empiezan a vaciar al igual que las playas, los cines se silencian, la gente camina con valijas o mochilas alejándose de la costa. La terminal de ómnibus se va llenando de jóvenes, grupos de amigos, parejas, ancianos, todos tienen algo en común: unos ojos cansados con grandes ojeras y un corazón repleto de fotogramas e historias hermosas. Los ómnibus parten de la estación, la gente se despide de Mar del Plata y del 34° Festival Internacional de Cine.

Terminó la edición número 34° del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y supo estar a la altura de lo que se esperaba e incluso superar las expectativas de los cinéfilos que participaron. El Festival que abrió con «Los muchachos de antes no usaban arsénico», en honor al fallecimiento de su director José Martínez Suárez, le rindió homenaje a este entregándole a la hija María Fernanda el premio Ástor de Oro.

Entrega de Premios

El pasado domingo 17 en el Teatro Auditorium se entregaron los distintos premios de las diversas secciones oficiales y algunos de los seguidores del festival se sorprendieron con los ganadores.

Los vencedores en cada terna fueron:

Competencia Internacional

Astor de Oro a Mejor Película: “O que arde” de Oliver Laxe

Astor de Plata a Mejor Dirección: Pedro Costa por “Vitalina Varela” y Angela Schanelec por “Ich war zuhause, aber”

Astor de Plata a Mejor Actriz: Liliana Juárez por “Planta permanente” de Ezequiel Radusky

Astor de Plata a Mejor Actor: Ventura por “Vitalina Varela” de Pedro Costa

Astor de Plata a Mejor Guion: Oliver Laxe y Santiago Fillol por “O que arde”

Premio del Público al Mejor Largometraje de la Competencia Internacional: “A Vida Invisível de Eurídice Gusmão” de Karim Aïnouz

Premio a la Trayectoria: Luciano Monteagudo (crítico de cine y programador de la Sala Leopoldo Lugones)

Competencia Latinoamericana

Mejor Largometraje (ex aequo): “Nunca subí el Provincia” (Chile) de Ignacio Agüero y “A Febre” (Brasil) de Maya Da-Rin

Competencia Argentina

Mejor Largometraje: “Angélica” de Delfina Castagnino

Breve repaso del Festival

En cuanto al Festival en general hubo muchas cosas positivas que es importante remarcar. A pesar de la fuerte devaluación del peso y de las explosiones inflacionarias, los programadores supieron sobreponerse ante cualquier problema y contingencia. Los integrantes del jurado de la Competencia Internacional premiaron a películas que tendían a una zona más experimental y vanguardista.

Lo positivo

Este año hubo mucho más público que el año pasado y esto se notaba tanto en las salas como en los cines. Casi todas las proyecciones se dieron con la sala llena o casi llena.  Este suceso se dio incluso en películas no tan conocidas y en horarios marginales. La enorme cantidad de gente que asistía al cine provocaba que no importara si ibas 30 o 45 minutos antes a hacer la cola para entrar, siempre te ibas a encontrar con una cola bastante larga. Lo interesante en esta abundancia de gente es que la mayoría era gente joven, grupos de amigos o estudiantes de cine (en mi experiencia personal me encontré con varios compañeros de la universidad), esto es importante ya que el Festival se asegura así un público futuro.

Una de las cosas más notables del Festival fue la excelente programación que consto de películas mucho más interesantes que la de la pasada edición. Mar del Plata logro proyectar desde películas que pueden gustar o no hasta las más esperadas por los cinéfilos y películas que fueron hits en festivales pasados. Es importante mencionar que dichas películas no son baratas pero el Festival hizo el esfuerzo y logro presentarlas. Las películas nacionales principalmente llamaron la atención por ser bastante interesantes, lo que significó una gran cosecha en las distintas selecciones oficiales.

Lo negativo

Las críticas que se le pueden llegar a hacer al Festival están vinculadas con la escasez de salas. El problema de las salas reside en que las cuatro salas de Del Paseo estuvieron cerradas las primeras jornadas, lo que significó que durante la primera mitad del Festival se notara una ausencia de salas y provoco que muchas películas se proyectaran solo dos veces e incluso algunas una sola vez. Ni hablar de las salas 2, 3 y 4 del Ambassador que no están capacitadas ni cuentan con las necesidades básicas para un Festival de esta jerarquía.

Opinión

En particular este año no solo me pareció más interesante en cuanto a programación y contenido sino que también una experiencia mucho más linda que la del año pasado. Aunque para muchos suene un espanto pasar seis u ocho horas de corrido en un cine, para otros es una experiencia de lo más hermosa posible. Durante nueve días Mar del Plata fue la sede de discusiones sobre películas. Uno caminaba por las calles del centro y podía darse cuenta quienes estaban por el Festival.

Lo más interesante y lindo es que hacías una cola de 45 minutos o de una hora para entrar a una sala oscura con gente desconocida, pero en el momento en que entrabas y las luces se apagaban empezabas un ritual donde todos iban a compartir los mismos sentimientos, las mismas risas y las mismas lágrimas. Esa gente no se juntaba para ver una película, se juntaba para vivirla; y el primer pasó de aquel hermoso ritual era pararse y aplaudir en todas las funciones cuando aparecía el gran José Martínez Suárez acompañado de una de las más hermosas frases dichas alguna vez: “Bienvenido al gran mentiroso que es el cine”.

Gracias Festival Internacional de Cine de Mar del Plata por otro año lleno de cine y amor hacia el séptimo arte.